Si ya llevas un tiempo haciendo dieta y ejercicio, habrás comprobado como quizá la lógica de comer menos y hacer más ejercicio ya no te funciona de la misma forma y te cuesta más acabar con la grasa. Eso es porque una vez has terminado con la grasa fácil permanece otra que se resiste más a tu esfuerzo. Es la llamada grasa rebelde.
Quizá creas que lo sabes todo sobre la grasa y cómo perderla pero, en ocasiones, te dejas lo fundamental, para erradicar un problema completamente tenemos que remontarnos al principio y comprender la teoría de cómo funciona nuestro cuerpo.
La evolución ha dotado al ser humano de un cerebro grande que nos hace racionales e inteligentes, pero el precio que hemos de pagar por él es que necesitamos alimentarlo correctamente. Los factores que permitieron su desarrollo fueron los avances en las técnicas de caza y el control del fuego o lo que se traduce en conseguir más comida y en poder cocinarla.
En los momentos en los que la comida escaseaba, nuestro cuerpo ideó un sistema para almacenar energía: aumentar la capacidad para acumular grasas. Además, debido a que hombres y mujeres tenemos diferentes funciones biológicas, nosotras acumulamos más grasa en nuestro cuerpo, debido fundamentalmente a que guardamos no solo energía para nosotras sino también para proteger a nuestra descendencia. Por eso las mujeres lo tienen más complicado para bajar su porcentaje de grasa y además, padecen en mucha mayor medida problemas como la celulitis.
A pesar de que la tecnología ha avanzado mucho y hoy podemos contar con cremas, tratamientos o cosmética textil como las prendas anticelulíticas y con efecto adelgazante AppleSkin, fabricadas con sustancias que atajan el problema, no está de más que conozcamos los tipos de grasa que residen en nuestro cuerpo y de qué manera podemos controlarlos:
- Grasa esencial: Es la grasa mínima que necesita tu cuerpo para proteger tus órganos, nervios y cerebro. Estamos hablando del 3-4% en hombres y 9-10% en mujeres. Esta grasa no puede perderse, pero tampoco queremos que eso ocurra.
- Grasa parda: Ésta en lugar de almacenar energía, quema energía para producir calor. Se activa con el frío.
- Grasa visceral: Esta es la grasa más peligrosa, se acumula alrededor de los órganos y puede llegar a interferir con su funcionamiento. Responde bastante bien al ejercicio y es generalmente la primera que el cuerpo quema.
- Grasa intramuscular: Es la grasa interna del músculo, que complementa el glucógeno como fuente de energía para las células musculares. Se quema fácilmente con el ejercicio, por lo que tampoco le dedicaré mucho tiempo.
- Grasa subcutánea: Se encuentra bajo la piel y representa generalmente el mayor porcentaje de grasa de nuestro organismo. La distribución de la grasa subcutánea en el cuerpo depende principalmente de tu genética y sexo. Dentro de ella se encuentra la grasa rebelde.
Ante esto, nuestra primera pregunta es cómo puede eliminarse. Pues bien, ya sabes que lo mejor es la dieta y el ejercicio, dos buenos hábitos para mantenerte en forma. Pero a esto hay que añadirle un inciso: no estamos hablando de comer mucho menos y correr mucho más, sino de comer mejor y ejercitarnos en su justa medida. El adelgazar y el estar en forma no solo depende de las calorías que quemamos sino de nuestras hormonas, por eso antes de comenzar cualquier dieta o rutina alimenticia es mejor que consultes con un profesional que trace para ti un plan a medida.
Por eso, centrarse únicamente en llevar la cuenta de las calorías es un error, sobre todo cuando ya nos hemos quitado de encima la grasa fácil. Si no controlas bien el déficit calórico, el resultado puede ser más hambre y peor metabolismo y si cada vez comes menos acabas obligando a tu cuerpo a utilizar músculo para cubrir el déficit de energía. Y es que, eliminar la grasa rebelde no es cuestión de cantidad, sino de calidad.