Es normal que a veces sientas que no puedes controlar el hambre ¡te pueden estar atacando todos los tipos que hay! El hambre no solo depende de nuestros sentidos, ni de nuestro estómago sino que también influye nuestro estado de ánimo.
Según la revista Women´s Health, se han encontrado hasta ocho tipos de hambre distintas.
Hambre visual
¿No te pasa que te pegas atracones con la vista pero luego no puedes acabarte lo que te has puesto en el plato? La visión apetitosa de alimentos nos incita a comer, especialmente platos con azúcar o grasa, que nos parecen (y suelen ser) más gustosos. Sabemos que una pieza de fruta no pinta tan bien pero ¡no caigas en la tentación!
Hambre olfativa
Igual que en el caso anterior, la publicidad juega un papel importante en el tipo de hambre que nos entra por los sentidos. El olor de un horno haciendo pan, de un asador, de una tienda de embutidos… Picamos a través del olfato, que es una herramienta que funciona para comprobar que los alimentos estén en buen estado. Además, el olor es un estímulo aún más agresivo que la vista.
Hambre del corazón
Básicamente nos ataca cuando estamos sensibles, cuando nos invade un sentimiento de tristeza o de aburrimiento. Si tienes alimentos cerca es muy difícil huir. Lo de atiborrarse de helado en las películas cuando el protagonista está en horas bajas no es un mito. ¡Nos pasa a todos! Pero recuerda, el problema no es el hambre, no le eches la culpa.
Hambre en el paladar
Ocurre cuando el cuerpo te pide masticar o chupar algún alimento, necesitas tener un dulce en la boca, o algo frío, o crujiente. Nuestro paladar es caprichoso y, en ocasiones, necesita algo muy concreto.
Hambre mental
Se trata de dejar que el reloj decida por ti. Si es hora de comer (aunque puedas no tener hambre) es hora de comer y mentalmente puedes autoconvencerte de que estás hambrienta.
Hambre celular
Si nuestras células tienen carencia de algún nutriente desarrollamos apetito por comer ese tipo de nutriente. Al cuerpo hay que escucharlo porque, en este caso, está llamando tu atención sobre un déficit en tu alimentación.
Hambre por fatiga
Lo que ocurre cuando estamos muy cansados es que no nos apetece pensar, no queremos cocinar ni contar calorías. Cuando no podemos más necesitamos alimentos “fáciles”. Y, ¿qué suele ser lo más fácil? La comida basura. Aunque esto es contraproducente ya que son alimentos complicados de digerir y, por tanto, nos cansa aún más.
Hambre estomacal
Es la que nos ataca en el estómago, la que se considera hambre de verdad, la que sientes cuando ruge el estómago. Si sientes el estómago vacío, solo puedes hacer una cosa: comer. Aunque, como siempre, con moderación.
Y, si vas a huir (literalmente) de alguno de estos tipos de hambre, ¡que sea con unos pantalones de fitness anticelulíticos y haciendo running!